27 dic 2014

Interstellar



Director: Christopher Nolan
Elenco: Matthew McConaughey, Anne Hathaway, Jessica Chastain

En el cine, los viajes al espacio no son novedad; sin embargo, cuando se ve una película como Interstellar se cambia la perspectiva que se tiene del espacio, e incluso, del cine.
Christopher Nolan cautivó con trabajos como Inception y la trilogía de Batman, en la primera, nos ofreció una perspectiva diferente no sólo de las ciudades sino de lo que creemos que es la realidad. Luego, en su antología sobre el héroe murciélago, nos mostró como ningún otro a personajes de gran profundidad y con conflictos absolutamente humanos.
El mérito de Interstellar es reunir esas cualidades: visualmente, cada uno de sus 72 minutos filmados en IMAX resulta apantallante; también, la trama nos mantiene cautivos a cada minuto, y sobre todo, a diferencia de tantas otras películas y secuelas de gran presupuesto, se incluye una historia sostenida por personajes tridimensionales que resultan entrañables.
Por si fuera poco, Nolan se da el lujo de adentrarnos en teorías físicas como la relatividad y la de los agujeros negros en el espacio, basadas en las teorías reales del físico Kip Thorne.
Me resulta increíble la capacidad de este cineasta, junto con su hermano Jonathan Nolan, de haber construido un guión que reúne una trama que resulta un reto intelectual, y que al mismo tiempo y en sincronía, conmueve profundamente (gracias a las actuaciones de Matthew McConaughey, Anne Hathaway y Jessica Chastain).
He de decir que si bien no consideraba malo a McConaughey, la actuación por la que ganó el Oscar el año pasado no me sorprendió demasiado; ahora ocurrió lo contrario al darle vida a un padre conflictuado por su pasión por el espacio y la sensación que le genera dejar atrás a sus hijos, sobre todo a su pequeña de 10 años, Murph, a quien no puede prometerle una fecha de regreso.
Hace varios años me vi enternecida por la relación entre padre e hija que interpretaron Bruce Willis y Liv Tyler en Armageddon, hoy, a 16 años de distancia de ésa, la primera película en la que derramé algunas lágrimas, volví a experimentar ese hueco en el estómago y ese gran nudo en la garganta que acompañan aquí las escenas entre este padre que tiene que dejar a su pequeña, nuevamente, para intentar salvar a la humanidad.
Ahondar sobre la trama de la película sería arruinar un poco la experiencia, pues está llena de sorpresas que se van descubriendo poco a poco; sin embargo, sí diré que Interstellar es una película de muchas capas, y que bloque a bloque se van destapando; mostrando nuevos conflictos o nuevas posibilidades.
Además de los actores mencionados, esta cinta cuenta con un ensamble que incluye a actores como Wes Bentley, Michael Caine, Casey Affleck, Ellen Burstyn y Matt Damon, quienes enriquecen aún más la trama y quienes le suman, o les restan, a los protagonistas.
El viaje de Cooper (McConaughey) y Brand (Hathaway) a otras galaxias está además acompañado de una impecable fotografía, de Hoyte Van Hoytemaa; de precisos efectos especiales, de un cuidado diseño de producción, y para mí, otro de sus mejores atributos, de la atinada partitura de Hans Zimmer, quien en cada nota nos hace sentir cómo se eleva el pulso de los personajes, junto con el nuestro.
Aprendí mucho de esta película; no sólo de teorías físicas o de los alcances que puede tener una cinta de gran presupuesto, sino que a veces las cosas más sencillas son las que más debemos atesorar; que el tiempo es relativo y cambiante; pero también, que hay algo intangible que tiene la capacidad de trascender al tiempo y el espacio: el amor, el amor como fuerza que mueve a la gente, al universo.
Es increíble que en medio de una misión especial, que tiene lugar a miles de kilómetros de distancia y con tantos efectos especiales de por medio, nos podamos sentir tan cercanos a estos personajes, pero ese es el principal mérito de Interstellar: ser increíble.